Inhibir es impedir o reprimir el ejercicio de facultades o hábitos.
Antes de empezar con el proceso de inhibición del yo, hay que saber quién soy yo.
¿Qué es el YO? Es una identidad, una percepción, un sentido, lo que se muestra, una máscara, lo que nos dijeron, una emoción, lo que quiero ser, lo que ven de mí, lo que niego, lo que no veo, un deseo, una lucha, lo que el otro espera…
No es fácil de definir y sin embargo YO, soy el sujeto, lo utilizo continuamente.
Socialmente, responde al rol de personalidad y, se suele pensar, que lo que soy es algo fijo; un YO fijo, un YO que siempre va a ser así, en cualquier momento y lugar. Esta es una forma de ver lo que soy, algo estático, como una esencia.
Sin embargo, el YO está sobre todo en relación con las circunstancias y la visión de la Gestalt nos lleva a pensar en un YO relacionado con las experiencias en correlación con el mundo. ¿te has dado cuenta de esto?
Cuando observo algo, sin juicio, desde la zona externa, (en esta zona intervienen los sentidos) lo que veo son datos objetivos, asépticos. Después, de manera inconsciente, me imagino lo que veo y lo interpreto, es la zona intermedia, y con esto que imagino o siento, pasamos a la zona interna. Es la que conecta con nuestras emociones. ¿Qué hago con lo que siento? Ahí, es donde puedo inhibirme, suspender, reprimir mis facultades o hábitos.
Destacamos, pues, cuatro partes en este proceso: Ver, imaginar, sentir, actuar.
Frente a la idea de un concepto del yo estático, fijo, veo que realmente lo que soy depende de cómo, dónde, cuándo y quién me ve.
No existe el YO previo a la experiencia, sino que surge en el contacto, en el aquí y ahora y el YO que aparece se construye a partir de las características de cada uno.
La construcción que se hace del otro se hace en relación con la necesidad de cada uno. No percibo, pues, el mundo de manera objetiva, selecciono en función de lo que se hace figura para mí.
Por tanto, el YO que soy no es fijo, sino dinámico y en constante proceso y aparece en la relación con el otro.
Todos tenemos la capacidad de integrar el campo vivencial para formar el mejor ajuste creativo posible a partir de todos los elementos y procesos dinámicos disponibles a nuestro entendimiento en un momento y punto de vista determinados.
Somos algo así como resolvedores de problemas, haciendo ajustes creativos en todos los campos. Con todo lo que me llega, tanto de dentro como de fuera, hago los ajustes creativos necesarios para integrar, que es una necesidad inevitable. No podemos no integrar. Vamos a integrar sí o sí. La no integración produce angustia. La integración es el mejor ajuste posible para nosotros en cada momento. Cuando integramos, la angustia se pasa.
¿Cuándo te inhibes tu?